Hace días me miré en el espejo. Mi cabello estaba reseco por la dureza cruel del invierno. Como supondréis, no me quedé de brazos cruzados: estuve hurgando por la red en busca de algún remedio casero que solucionara mi molesto problema.
Y me encontré con algo que seguro todas tenemos en casa: el aceite de oliva.
El aceite de oliva es un elixir ultrapotente de hidratación para tu pelo. Pero tiene un pequeño inconveniente, que atajaremos de la manera más ingeniosa posible, la que nos produzca otros beneficios a la vez: usaremos jugo de limón.
El jugo de limón aporta brillo a nuestra melena, para que luzca brillante y sana, aunque nos la reseca. Por ello, contrarrestaremos ésto con el aceite de oliva, que a veces nos engrasa de más el cabello. Así, la combinación de estos dos entes naturales resulta casi perfecta, el dualismo de la salud de tu cabello.
¿La aplicación? Muy sencilla.
1. Antes de lavar tu pelo, aplica el aceite de oliva en una cantidad pequeña pero que llegue a todo tu cabello (yo usé menos de una cucharada grande) y ponlo sólo en las puntas y cabello intermedio, nunca en las raíces (que se engrasan más rápido).
2. Después, echa el jugo de limón por tu cabeza y espera 15 minutos con la mezcla.
3. Por último, lávalo como lo haces normalmente.
El resultado para mí fue un cabello muy brillante y suave. Así que de seguro vuelva a probarlo ;)
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